Trebujena: mostos, ajo y flamenco.

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Trebujena es uno de esos pueblos  en los  que siempre eres bien recibido, en los que  te reencuentras con el sabor de la más auténtico y tradicional y, aunque hasta ahora ha estado un tanto olvidada, es  una de las localidades con más potencial turístico de nuestra provincia.

Agua y tierra – marismas y  albariza- se unen en un paisaje único ya apreciado desde la antigüedad por su riqueza agrícola y pesquera siendo , según algunos arqueólogos, el lugar idóneo para localizar el mítico reino de Tartessos del que quedan algunos posibles restos en el yacimiento de Mesas de Asta, la antigua Asta Regia.

Aunque teníamos prevista una  visita desde hacía algún tiempo, decidimos ir  después de la vendimia,  ya entrado diciembre, cuando el zumo de la uva  ya fermentado se convierte en vino joven, lo que en nuestra provincia se llama “mosto”  a diferencia de otros lugares en los que el mosto es solo y simplemente el zumo de la uva exprimida.

CA´MOÑA COMER ,BEBER, COMPRAR Y CONOCER TREBUJENA

Ya en el pueblo, nos dirigimos en primer lugar a Ca´Moña., el proyecto de dos  jóvenes empresarias Elisabeth Ramírez y Catalina Zambrano,  que se han propuesto como objetivo dar a conocer la riqueza paisajística y cultural de su pueblo organizando  visitas guiadas en las que se puede apreciar todo lo que Trebujena ha sido, lo que actualmente es y lo que puede llegar a ser.

Antes que nada decir que nos  encanta el nombre Ca´Moña, porque conserva la idiosincrasia del lugar, su forma de hablar y  esa  peculiar costumbre de los pueblo de poner motes familiares que pasan de generación en generación. Nuestra Moña – Elisabeth-  es biznieta de la primera Moña su bisabuela. ¡Bien por esta elección frente a tanto anglicismo y nombres rimbombantes que no dicen nada!

Ca´Moña,  no es solo  uno de los sitios obligados para conocer los encantos menos conocidos de este pueblo, también es una tienda gourmet en la que puedes comprar y tomar allí mismo vino de Trebujena, productos ecológicos o quesos y chacinas de la provincia, y apuntarte en las diferentes rutas que organizan  para conocer su  patrimonio cultural, artístico y natural.

Moña- Elisabeth Ramírez- nos recibió como siempre,  con su pícara sonrisa permanente y la calidez que te hace sentir como una amiga. Enseguida nos ofreció vino de su tierra y con el brindamos por su éxito profesional y por Trebujena prometiéndole que volveríamos a participar de sus rutas y a probar el famoso “arroz con pato de la marisma”.

LA CASA MUSEO DE ANTONIO VALDERAS

Entonados con el mosto de Moña empezamos nuestro peregrinar por los diferentes “mostos” del pueblo. Nos estrenamos con uno de los locales más curiosos, el de Antonio Valderas Valderas, una casa particular de puertas abiertas que alberga en su interior un verdadero museo etnológico del vino, la vid y la huerta. De las paredes cuelgan aperos de labranza, etiquetas, objetos  y fotos antiguas y en el centro una larga mesa de madera desgastada por años de conversación y tragos de mosto que Antonio mantiene cada año “encerrado” en una habitación contigua. Allí, con media limeta de su mosto, nada de comer  – apenas unos frutos secos- y la interesante charla de Antonio estuvimos un buen rato.

MOSTO Y AJO CALIENTE EN JUAN DE LA VARA

Ya había hambre y los aromas de los chicharrones recién hechos y la berzas que flotaban por las calles del pueblo nos atrajo hasta el mosto de Juan de la Vara, uno de los referentes del pueblo.  Allí todo es autentico. Un garaje acondicionado como local con barriles, mesas de madera y sillas de plástico, toneles para apoyar los vasos y carteles en sus paredes encaladas. Al fondo una pequeña cocina donde la madre de Juan – Pepa – elabora la típica  berza de tagarninas con su pringá y tos sus avíos, que se sirve al centro con  jarritas de mosto.

El plato estrella de los mostos es el ajo caliente que Juan preparó delante de nosotros.

Y de regalo tras la comida empezó la juerga con cantaores del lugar. Allí estuvimos hasta tarde, y nos fuimos con pena porque la fiesta apenas empezaba y es que en Trebujena hay vino, arte y flamenco por todos sus rincones y a estos trebujeneros les sobra. Con mucha gracia y buen rollo  nos ofrecieron un recital de cante autentico, sentido hecho para los amigos y ante el  que no pudimos resistirnos a dar un  bailecito.

¡VOLVEREMOS!

La verdad es que fue un día estupendo que nos dejo con las ganas de volver y seguro que lo haremos. Tenemos pendiente las visitas de Moña, su arroz con pato y el reencuentro con la gente de este pueblo que ofrece a sus visitantes todo lo que son, su esencia más autentica. Nada más y nada menos.

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