Café Royalty

Sabíamos que no debíamos, que tras las comilonas de las pasadas navidades se imponía una huérfana infusión sin mas acompañamiento, pero la tentación era grande. Hacía un frío del demonio y la imagen de un buen chocolate con los picatostes jugosos del Café Royalty y la belleza del local nos atrapó. Que porras! , un día de encuentro merece una celebración especial y nos sentamos en uno de los veladores del Café y nos tomamos tres chocolates con tres raciones de picatostes. Sin ningún sentimiento de culpa, por supuesto. Carpe diem.

 

Apenas le damos importancia al desayuno o la merienda pero ambos encierran todo un ritual unido a momentos placenteros del día: un alto en el camino, un rato de ocio, un respiro en el trabajo. Encontrar el lugar adecuado en el que podamos leer los periódicos a primera hora de la mañana, donde nos sirvan el café como nos gusta – no es nada fácil, hay tantos cafés como clientes-  con una vajilla  bonita, con opciones de diferentes tipos de leche y azúcar, sin ruidos y con un servicio bien coordinado que nos trae las tostadas o la bollería a la vez que nuestro café. Si a esto le unimos la belleza de un local  que guarda la esencia de los antiguos y elegantes cafés de principios del siglo XX  ¡apaga y vámonos!  Ya lo tenemos todo.

Hay muchas cafetería en nuestra ciudad y cada una tiene su encanto y su momento, pero sin duda Café Royalty es especial, un recuerdo vivo de la época dorada  de nuestra ciudad, de la gran capital cosmopolita que fue. Situado en la plaza de La Candelaria, una de las  de  mas tradición y solera muy frecuentada por la antigua burguesía gaditana, en el mismo local que ocupó el emblemático  Café Doreé uno de los más exquisitos  que abrió sus puertas en 1912   para festejar el centenario de la Constitución de 1812. Gracias a su suntuosa  decoración, exquisitos productos, servicio esmerado y concierto todas las noches se convierte en el local mas visitado. Literatos, intelectuales,políticos, músicos y artistas hacen del café un espacio con un ambiente variopinto y único . A el acuden músicos de fama internacional como Manuel de falla que deleitó a los clientes en varias ocasiones.

 

 

Café Royalty no pudo superar la crisis que se enseñoreó en España tras la Guerra Civil y en la posguerra se convierte primero en almacén y posteriormente en bazar quedando en el olvido hasta que en 2008 Ricardo de la Serena Viguera y su esposa Dolores Martín Fernández deciden comprarlo y devolver al establecimiento el esplendor de ataño. Tras una exhaustiva investigación, contando con artistas y restauradores que utilizan las mismas técnicas y materiales de principios del XX y después de  cuatro años –los  que duró el proceso de restauración- Café Royalty abre de nuevo sus puertas con el mismo aspecto y glamour  que tuvo en su época.

 

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